miércoles, 20 de marzo de 2019

Laura Ingalls y el Paleontólogo miedoso

Con tono paternalista, como cuando niño me aconsejaba algún tío aguafiestas de no realizar alguna actividad divertida e ilícita (las únicas que me gustaban), el paleontólogo me dijo con cara de susto, como si le hubiesen propuesto ir a vender cocaína a una comisaría, que no se me ocurriese jamás comprar fósiles por internet. Que estaba prohibidísimo, que el patrimonio de la humanidad, que la legislación extranjera, que las aduanas, que los delitos internacionales, que el proceso penal, que la justicia argentina, etc. Al promediar el sermón los treinta o cuarenta segundos, supe inmediatamente, como una sagrada epifanía o una revelación cósmica, que debía hacer todo lo contrario de lo que me decía el pobre pelafustán con cara de haberse cagado encima. Es más, antes de cruzármelo en el museo no se me habría ocurrido nunca comprar fósiles por internet. No sabía que era delito, pero pensaba que tal vez alguno llegase roto, o quizás el vendedor me mease desde arriba de un puente diciendo que llovía. Además, realmente no me daba ninguna confianza el nombre de la página, Alí Babá, que para peor estaba en China. Sin embargo, ahora que sé que es ilegal, volví a casa bailando el carnavalito y estoy sentado frente a la pc llenando la orden de compra de un kilogramo de ammonites fósiles al módico precio de diez dólares. Cuatrocientos pesos el kilo de ammonites. No es una suma como para quitarle el sueño a alguien, en caso de que Alí Babá no esté y me atiendan los cuarenta ladrones. La china del super me vende el dulce de membrillo casi al mismo precio, y si bien a veces tiene mercadería vencida, no creo que llegue a ser del período precámbrico. Eso sí, tuve la precaución de chatear con el vendedor chino para pedirle que en la etiqueta de la encomienda, en lugar de colocar la palabra "fósiles" ponga "piedras para bijouterie" o alguna falsedad por el estilo. Qué jodidas son algunas personas. Yo, sin ir más lejos. Si fuese obligatorio drogarse, creo que yo sería Laura Ingalls.